Daniella Araya es Ingeniera Civil Informática de la USM y se considera como una profesional dinámica y orientada a resultados, con experiencia en Business Intelligence y gestión de equipos multiculturales. Su trabajo se alinea con la promoción de la inclusión digital, buscando reducir la desigualdad social y la brecha de género mediante el desarrollo de entornos que fomenten el acceso universal a tecnologías. Además, asesora y gestiona la creación de espacios inclusivos para programas y actividades digitales, impulsando procesos que mejoran continuamente y generan impacto positivo en la sociedad.
Daniella: ¿De dónde nace “La Chispa Digital” y cuál es su principal objetivo?
“La Fundación La Chispa Digital fue fundada en abril de 2022. El objeto de la organización es promover la inclusión digital con el propósito de disminuir la pobreza y la exclusión. En nuestro país el acceso a internet aumentó en un 66% entre los años 2000 y 2018, a pesar de estos avances, hay brechas que aún persisten, sobre todo en el uso de Internet, afectando especialmente a personas con menor nivel educativo e ingresos, personas mayores y a mujeres.
Creemos en un acceso digital inclusivo y transformador para todas las personas. Nos dedicamos a reducir la brecha digital, rehabilitando equipos para entregarlos a dirigentes sociales y estudiantes que los necesitan. Además, brindamos capacitación en herramientas digitales a líderes comunitarios y personas mayores, potenciando sus capacidades y conectándolos con el mundo digital. Paralelo a eso, también trabajamos activamente por la Equidad de Género para disminuir la brecha STEM en las niñas y jóvenes a través de difusión, referentes y talleres.
Desde mentorías para adolescentes hasta talleres de alfabetización, nuestro equipo trabaja por una inclusión digital que realmente impacte vidas”.
Como directora y co-fundadora, ¿cuáles han sido los mayores desafíos en los cuáles te has enfrentado y qué hace que tu Fundación se distinga de las demás?
“El mayor desafío para mí ha sido incorporarme al mundo de las organizaciones civiles y presentarme como Directora y Co-fundadora. Como sansanos, nos enseñan principalmente a resolver problemas técnicos, pero al moverme en un entorno más social y político, descubrí la necesidad de desarrollar habilidades blandas y prepararme para comunicar con eficacia la visión de nuestra fundación. Por eso, he participado en diversos talleres para mejorar mis conocimientos y mi capacidad de expresión.
Nuestra fundación se distingue en varios aspectos. Primero, estamos enfocados en la región de Marga-Marga, rompiendo con la tendencia de centralizar todo en Santiago. Segundo, nos caracterizamos por la cercanía con las personas con las que trabajamos y por nuestra disposición a ayudar, un valor esencial compartido por todos los miembros. Por último, contamos con mujeres líderes en nuestro equipo, lo que nos permite servir de referencia e inspiración para niñas, jóvenes y mujeres. Queremos demostrar que, al igual que yo he podido ser presidenta y directora de una organización, ellas también pueden alcanzar estos roles y mucho más”.
¿Qué herramientas te entregó la USM que han sido claves para llevar a cabo tu emprendimiento y cómo lo has logrado?
“La universidad me ha entregado herramientas clave como la resiliencia, una capacidad invaluable que me ha permitido no rendirme ante los problemas y adversidades. Aprendí a enfrentar los desafíos con determinación y a buscar soluciones creativas a los obstáculos que surgen en el camino.
Gracias a esta mentalidad, he logrado avanzar poco a poco con la fundación, trabajando de manera constante y estratégica. Además, he complementado estas habilidades con formación adicional y la construcción de un equipo comprometido que comparte la visión de hacer un impacto positivo. Este equilibrio entre persistencia, aprendizaje continuo y colaboración ha sido esencial para llevar a cabo nuestro emprendimiento con éxito”.
Según tu visión y experiencia, ¿qué se requiere para emprender?
“Creo que emprender requiere una combinación de conocimientos, habilidades y, sobre todo, un equipo comprometido. Es fundamental tener claridad sobre planificación, manejo de presupuestos, conocimiento del mercado al que se apunta y, por supuesto, recursos económicos. Sin embargo, lo más importante, desde mi experiencia, es contar con compañeros y compañeras de trabajo que vibren en la misma sintonía, que compartan los mismos valores y la misma pasión por el proyecto.
Tener un equipo que se apoye mutuamente hace que el camino sea más fácil y enriquecedor, porque las ideas se fortalecen, los desafíos se enfrentan juntos y las victorias se disfrutan en equipo. Como dice el proverbio: “Si quieres ir rápido, camina solo; si quieres llegar lejos, camina acompañado.” Esto resume perfectamente la importancia de construir un entorno de colaboración y confianza para alcanzar el éxito en una organización”.
Por último, ¿cómo definirías a los sansanos emprendedores?
“Definiría a los sansanos y sansanas emprendedores como personas movidas, eficientes y con una gran capacidad para resolver problemas. Sin embargo, creo que aún falta una mayor representación de mujeres sansanas emprendedoras y más iniciativas en el ámbito social.
En mi experiencia, a menudo he escuchado que soy de la primera personas del área de ingeniería que conocen involucrada en temas sociales y equidad de género, lo que evidencia la necesidad de explorar estas áreas con mayor fuerza. Los sansanos tienen el potencial no solo de crear soluciones técnicas innovadoras, sino también de generar un impacto significativo en la sociedad, y creo que esa es la dirección para el futuro del emprendimiento dentro de nuestra comunidad”.